Naw-Rúz

Alabado seas, oh mi Dios, por haber ordenado Naw-Rúz como festividad para aquellos que han observado el ayuno por amor a Ti y se han abstenido de todo lo que Te es detestable. Permite, oh mi Señor, que el fuego de Tu amor y el calor producido por el ayuno ordenado por Ti les enardezca en Tu Causa y les haga ocuparse de Tu alabanza y Tu recuerdo.

Ya que los has adornado, oh mi Señor, con el ornamento del ayuno prescrito por Ti, adórnalos también con el ornamento de Tu aceptación, mediante Tu gracia y munífico favor, pues las acciones de las personas dependen por entero de Tu complacencia y están condicionados a Tu voluntad. Si considerases a quien ha quebrantado el ayuno como si lo hubiese observado, esa persona sería contada entre las que han observado el ayuno desde la eternidad. Y, si decretases que aquel que ha observado el ayuno lo ha quebrantado, esa persona sería considerada entre las que han hecho que el Manto de Tu Revelación sea manchado de polvo y han sido alejadas de las aguas cristalinas de esta Fuente viva.

Tú eres Aquel por medio de Quien se ha izado el emblema «Loable eres Tú en Tus obras» y se ha desplegado el estandarte «Obedecido eres Tú en Tu mandato». Da a conocer esta posición Tuya, oh mi Dios, a Tus siervos, para que sean conscientes de que la excelencia de todas las cosas depende de Tu mandato y de Tu Palabra y de que la virtud de todo acto está supeditada a Tu venia y al beneplácito de Tu voluntad, y para que reconozcan que las riendas de las acciones de los hombres están en las manos de Tu aceptación y Tu mandato. Hazles saber esto para que nada en absoluto los aparte de Tu Belleza, en estos días en que Cristo exclama: «Todo dominio es Tuyo, oh Engendrador del Espíritu (Jesús)», y Tu Amigo (Muḥammad) exclama: «Gloria sea a Ti, oh Bienamado, pues has desvelado Tu Belleza y has decretado para Tus elegidos lo que hará que accedan a la sede de la revelación de Tu Más Grande Nombre, por el cual se han lamentado todas las gentes, excepto aquellas que se han desprendido de todo menos de Ti, y se han vuelto hacia Aquel que es el Revelador de Ti mismo y la Manifestación de Tus atributos».

Aquel que es Tu Rama y toda Tu compañía, oh mi Señor, han puesto fin a su ayuno en este día, después de haberlo observado dentro de los recintos de Tu corte y en su anhelo por complacerte. Ordena para él, y para ellos, y para todos los que han alcanzado Tu presencia en esos días, todo el bien que destinaste en Tu Libro. Provéeles, pues, con lo que les beneficie en esta vida y en la venidera.

Tú eres, en verdad, el Omnisciente, el Sapientísimo.

Bahá’u’lláh

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