¡Mi Señor! ¡Mi Señor! Te alabo y Te doy gracias por aquello con que has favorecido a Tu humilde sierva, a Tu esclava que Te ruega y Te suplica, pues, en verdad, Tú la has guiado a Tu Reino manifiesto y has hecho que oiga Tu sublime Llamamiento en el mundo contingente y que perciba Tus Señales que demuestran el advenimiento de Tu reino victorioso sobre todas las cosas.
¡Oh mi Señor! A Ti dedico lo que está en mi seno. Haz, pues, que sea una criatura digna de elogio en Tu Reino, y afortunada gracias a Tu favor y Tu generosidad; que se desarrolle y crezca bajo el cuidado de Tu educación.
Verdaderamente, Tú eres el Generoso. Verdaderamente, Tú eres el Señor de Gran Favor.